La frase célebre:

"Nada es real, todo está permitido" - Assassin's Creed

martes, 7 de junio de 2011

Palabras para el mañana -primera historia corta-

Bueno, lo dije ya en un comentario de la primera entrada y aquí estoy de nuevo con algo jugoso entre manos: Palabras para el mañana.
Es una pequeña historia corta que salió prácticamente sola cuando un día volvía a casa y saqué mi libreta de dibujo para hacer algún boceto aleatorio.
En vez de eso, di la vuelta a la libreta y en una de las últimas hojas, empecé a escribir lo que se me venía a la cabeza. Cada frase era desconocida por mí, prácticamente no pasaban por el control de la lógica o la premeditación racional, pero cuando acabé, lo primero que noté (a parte de un terrible dolor de muñeca) fue que estaba muy contento de lo que finalmente había salido.
No supe como terminaría hasta prácticamente el último punto. Fui a la vez escritor y lector.

Así pues, os dejo con mi pequeño remanso de locura en un momento en el que ni yo mismo respondía de lo que mi bolígrafo escribía.
Espero ansioso vuestras opiniones y críticas constructivas. De verdad, no espero que a todo el mundo le encante, puede que incluso no le guste a nadie, ¿quién soy yo para decidirlo?

Palabras para el mañana.

''Quienquiera que lea esto, sabrá que, al fin, he muerto.

¿Que de qué manera? Ni yo lo sé, la verdad es que barajo varias opciones.

Una es usando el clásico cianuro o algún bote entero de Dios sabe qué sustancia encuentre primero, pero costaría obtenerlo y lo cierto es que las farmacias siempre me han dado mal rollo, opción descartada.

También había pensado en lanzarme a las vías del tren, porque ya que voy a morir, al menos fastidio a alguien, qué cojones. Pero ya está muy visto, así que creo que paso.

Quizá si me pego un tiro... No, no es factible, porque hay que conseguir el arma y todo eso. ¡Qué complicado!

¿Y si me corto las venas? Bueno, tengo mil cosas con las que hacerlo, pero solo en casa es como muy triste, demasiado hasta para mí. Además, no soy como uno de esos niñatos depresivos con el pelo negro.

Me suicido a mis felices 19 años porque estoy harto de esquivar a la muerte. Como lo lees. Porque si vivimos solo para morir y la muerte es el olvido y la oscuridad eterna, ¿para qué vivimos?

“Polvo somos y en polvo nos convertiremos”, ¿no?

Pues sí, y estoy muy convencido de mi teoría, pero me estoy dando cuenta de que en este mundo de ajetreo y orden sistemático, uno no puede ni pensar en suicidarse sin llenarse la cabeza de preocupaciones. ¿Os lo podéis creer?

Mira, que sea lo que Dios quiera, mañana veré lo que hago finalmente.

Si realmente hay algún tipo de vida “más allá”, nos veremos todos allí. Si no, pues nada.

-Mike.''

El 4 de Octubre de un año irrelevante, el joven estadounidense Michael Sync escribió esta carta de suicidio.

Al terminarla, subió a su habitación, la escondió bajo el colchón y decidió no darle más vueltas.

El plan era el siguiente: por la mañana, Michael saldría temprano, cuando sus padres y su hermana pequeña, Jackie, aún durmieran. Dejaría la carta sobre la mesa de la cocina e iría a dar una vuelta. Planeaba hacerlo de la primera manera que se le presentara.

Lo de acabar con su vida, quiero decir.

Y así fue: Mike salió de su casa tras dejar la nota y besar a su hermana en la frente, con cuidado para no despertarla.

Tras un par de horas deambulando por las frías calles de Brooklyn, decidió sin ningún ánimo lanzarse hacia el coche que pasaba por allí mismo a toda velocidad.

La oscuridad se cernió sobre él tras el grito de la chica que llevaba aquél coche. Entonces, Michael despertó, impregnado en sudor frío, con los ojos desorbitados.

-¿Qué pasa, Mike? –preguntó una voz femenina a su lado.

-He vuelto a soñar con eso, con aquel día –respondió él.

-Ah... ese día en el que te atropellé –comentó la mujer, apesadumbrada.

-Fue el día en el que te conocí.

Y así fue como Michael Sync, de 43 años de edad, soñó de nuevo con el día en el que casi terminó con su vida. El día en el que el destino le dio una nueva oportunidad.

lunes, 6 de junio de 2011

El segundo aullido.

Bueno, finalmente he abierto esa ventana al mundo que llevaba tanto tiempo cerrada.
Ahora, con una posibilidad de enseñar a la gente lo que había echado raíces en mi fuero interno, presento al segundo aullido de mi vida, ya que del primero ni siquiera los ecos resuenan, recordándome que cuando un lobo deja de aullar, la decadencia aparente no es sino presagio de un nuevo aullido, esta vez con mayor potencia.

Con este blog no pretndo impresionar a nadie, tener miles de seguidores ni siquiera que me lea alguien (bueno, no es plan de pasarse, alguien sí que estaría bien que me leyera...), sino dar a entender que mis libretas se están quedando sin hojas, y mis bolígrafos sin tinta, más mi cabeza nunca se queda sin ideas que, de un modo u otro, deben ser expresadas.

Así pues, dejo por ahora esta breve presentación, espero que me sigais mínimamente, leais alguno de mis desvarios y, si no es mucho pedir, me dierais vuestra opinión acerca de lo que en ellos se habla. Siempre estoy dispuesto a dialogar o abrir un debate.

Gracias desde ya a todos los que me animasteis de un modo u otro a aullar de nuevo, pero en especial a Mitsuki y a mi compañera Tributo, Cristina.




¡Otra noche significa otro aullido!